Un guión de Marguerite Duras
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No suelo leer guiones por la sencilla razón de que son obras incompletas, cuya lectura sólo concierne a los responsables de la película de la que son el embrión. Incluso esos falsos libretos, que no son sino descripciones de lo mostrado en los planos de la cinta -quiero recordar los del gran Godard, traducidos en 1973 por Miguel Marías para la colección el Libro de Bolsillo de Alianza Editorial- dejaron de interesarme cuando, al cabo de los años, pude ver los filmes en cuestión.
Ésa es desde entonces mi regla, a la que sólo he hecho una excepción: Hiroshima mon amour, el guión que Marguerite Duras escribió en 1959 para la película del mismo título del gran Alain Resnais. Fue en febrero de 2003, mientras escribía mi libro sobre la Nouvelle Vague. Pero, tanto o más que por lo que aquella excepción pudiera aportarme en aquel momento, me decidí a leer el libreto de Hiroshima mon amour por lo estrechamente ligado al cine que estaba el Nouveau Roman, la nueva novela francesa de finales de los años 50. Tanto fue así que Alain Robbe-Grillet y la propia Duras -dos de sus principales exponentes- acabaron desarrollando sendas filmografías, más que considerables, como realizadores. Transcribo las notas de entonces:
La historia es bien sabida: una actriz francesa, que se encuentra en Hiroshima rodando una película pacifista en la que da vida a una enfermera, tiene una aventura, inexorablemente efímera, con un arquitecto japonés. Cuando el japonés se resiste a dejarla marchar y quiere volverla a ver, Ella -ése es el único nombre por el que se la conoce- comienza a evocar en Él a su primer amor. Fue aquél un soldado alemán al que conoció en Nevers, su ciudad natal, cuando el militar fue a curarse una mano herida a la farmacia de nuestra protagonista -creo recordar que esto no aparece en la película-. Tras una primera resistencia, Ella se enamoró de aquel otro Él.
Ya en la retirada del ejército alemán, mientras su soldado la esperaba para huir juntos, alguien le disparó. Ella lloró sobre su cadáver hasta que se lo llevaron. Tras la liberación fue rapada por sus compatriotas y encerrada en el sótano de su casa por sus padres. Cuando volvió a crecerla el pelo, se marchó a escondidas a París.
Hasta ahí, más o menos, es hasta donde llega la película. La similitud de las imágenes es asombrosa. Pero, al fin y el cabo, es lo que cabe esperar. De ahí que tengan más interés las anotaciones que Duras hace respecto a la realización. Destaco entre ellas dos, que Resnais tuvo en cuenta. La primera, que el japonés -incorporado por Eiji Okada- no debía tener muchos rasgos de su nacionalidad. En caso contrario, la aventura parecería algo exótico y por lo tanto racista. La segunda, que la actriz -recreada por la maravillosa Emmanuelle Riva- interpretase a una enfermera. Todo un mito erótico masculino.
Publicado el 5 de junio de 2020 a las 22:30.